Un vecino que tiene cara de "yo estuve en la plaza el 17" toma mate y la Spika se queda afónica relatando el partido.
En la Boca, el olor a Riachuelo se trenza con el sol discutiendo como jugó Riquelme, mientras, en el mismo instante, crujen los vagones de madera del subte "A".
El pasaje La Piedad se disfraza de escondite madrileño y un oficinista desprevenido lo descubre por primera vez.
Dos palomas en la Plaza de los Dos Congresos picotean las migajas de una abuela que se ha tirado a ver el sol como si se reencontrara con el después de años.
En la otra plaza, la de Mayo, el vendedor de mates y banderitas busca algun muchacho rubio que, desprevenido, le responda what? a su... "¡aaaa 2 x 5 pesos, las banderaaaa..!"
Todavía en esa plaza han quedado resonando los pasos de otras abuelas, las "pañuelos blancos".
El Obelisco seduce a las minas que se pasean de pollera volátil, gambeteando algún muchacho que les mira el "irse" y deja pagando a su amigo en el celular. El amigo, piensa que perdió la señal, hundido en los jeans imitación que le ofrece un bolita en Plaza Miserere. Por debajo, la nueva línea H, se relame, orgullosa de su brillo a estrenar.
El barrio de Palermo sigue buscando a De Niro, convencido de que Hollywood no es un apodo que le pusieron las inmobiliarias.
En calle Corrientes Nietzche, Sófocles y Cortázar se pelean, esperando que la morocha, indecisa, le diga al librero... "me llevo este".
En el barrio de Boedo, Farro, Pontoni y Martino le piden a Manzi un nuevo himno a San Lorenzo, mientras los barcitos invaden con sus sillas y cervezas frías, la avenida.
En el Río de la Plata, el sol va acariciando el horizonte, y el cielo se va confundiendo de color hasta opacarse y apagarse.
En calle Pasco, la llave hace dos giros y yo entro. Y renuncio a las zapas.
Que linda pareja hacen Buenos Aires y la primavera!
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